Hoy queremos recordar la voz y la música de LASHA DE SELA: Con Toda palabra



Se llamaba como la capital del Tíbet. El nombre de Lhasa se le ocurrió a su madre cuando la pequeña había cumplido ya cinco meses: mientras leía el Libro tibetano de la vida y la muerte pensó que era el idóneo para aquel bebé muy sonriente y con los ojos algo rasgados.
La cantante y compositora falleció el 1 de enero en su casa de Montreal, a consecuencia de un cáncer. Tenía sólo 37 años. Hija de un profesor y escritor mexicano y de una fotógrafa estadounidense, Lhasa de Sela pasó su infancia recorriendo carreteras de México y Estados Unidos en un viejo autobús escolar convertido en el hogar de dos adultos, cuatro niñas, tres gatos, un loro, dos tortugas y un perro. Sin televisión. Ni electricidad ni agua corriente ni teléfono. Las pequeñas leían todo el tiempo y por la noche organizaban espectáculos.

Lhasa nació cerca de Woodstock (Nueva York), en 1972, y vivía desde los 19 años en Montreal (Canadá), donde llegó para estar con sus tres hermanas, que estudiaban en una escuela circense. Ya había despertado el interés de los medios musicales con su premiado disco
La llorona (1997), al que seguirían The living road (2003) y Lhasa (2009), tras pasar un año en el sur de Francia en el pequeño circo en el que trabajaban sus hermanas, una como payaso; otra, funambulista, y la tercera, contorsionista y acróbata.
Creció escuchando a Violeta Parra, Chavela Vargas, Billie Holiday, Amália Rodrigues, Maria Callas... Siempre le atrajo la música triste, confesaba. El crítico británico Charlie Gillett comentó que, de haber tenido Nico y Leonard Cohen una niña en la década de los setenta, hubiera sido Lhasa.
CARLOS GALILEA 05/01/2010 - El País.

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